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  • El Diáfano

Alfonsina

Alfonsina Storni, hija de un matrimonio ítalo-suizo que se estableció en Argentina para iniciar una compañía cervecera, decidió terminar con su vida el 25 de octubre de 1938, luego de batallar con un tumor en uno de sus senos. Fue amiga entrañable del escritor Horacio Quiroga, con quien frecuentaba el cine y escuchaba a Wagner empedernidamente, además de leer entre ellos sus textos. Nunca declararon ser más que muy buenos amigos, tanto que ella le dedicó un poema cuando él se suicidó un año antes de su propia muerte.


Se dice que Storni decidió lanzarse al mar, en un acantilado donde rompían las olas, aunque parece que la versión más certera es que simplemente se adentró en el agua calmadamente hasta que se hizo una con ella. De ahí la canción de Ariel Ramírez y Félix Luna: Alfonsina y el mar.



Acá algunos de sus versos:


Esta tarde Ahora quiero amar algo lejano... Algún hombre divino Que sea como un ave por lo dulce, Que haya habido mujeres infinitas Y sepa de otras tierras, y florezca La palabra en sus labios, perfumada: Suerte de selva virgen bajo el viento... Y quiero amarlo ahora. Está la tarde Blanda y tranquila como espeso musgo, Tiembla mi boca y mis dedos finos, Se deshacen mis trenzas poco a poco. Siento un vago rumor... Toda la tierra Está cantando dulcemente... Lejos Los bosques se han cargado de corolas, Desbordan los arroyos de sus cauces Y las aguas se filtran en la tierra Así como mis ojos en los ojos Que estoy sonañdo embelesada... Pero Ya está bajando el sol de los montes, Las aves se acurrucan en sus nidos, La tarde ha de morir y él está lejos... Lejos como este sol que para nunca Se marcha y me abandona, con las manos Hundidas en las trenzas, con la boca Húmeda y temblorosa, con el alma Sutilizada, ardida en la esperanza De este amor infinito que me vuelve Dulce y hermosa..



Dos palabras


Esta noche al oído me has dicho dos palabras

Comunes. Dos palabras cansadas

De ser dichas. Palabras

Que de viejas son nuevas.


Dos palabras tan dulces que la luna que andaba

Filtrando entre las ramas

Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras

Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento

Moverme para echarla.


Tan dulces dos palabras

Que digo sin quererlo ¡oh, qué bella, la vida!?

Tan dulces y tan mansas

Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.


Tan dulces y tan bellas

Que nerviosos, mis dedos,

Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.

Oh, mis dedos quisieran

Cortar estrellas.


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