top of page
  • Writer's pictureColaboraciones Variopinto

El señor de las escaleras vol. 3

Xóchitl Segura


Es en estos días en los que no para de llover en los que reparo en mi persona.


Solitaria, náufraga de metas, navego por el mar inmenso de personas. El cansancio me agobia, las lágrimas no me dejan ver, los lentes se empañan y mi cubrebocas se siente húmedo. Me alejo, irónica metamorfosis: estar rodeada de gente, de personas tanto ajenas como cercanas y sentirte sola y querer estar sola. ¡Piedad y exilio para la perdedora!


Llego a una escalera y me siento. Los pasos son un vaivén de indecisiones, de recordatorios sobre el tiempo, el que se escapa de las manos. A un anciano le falta lo que a un bebé le sobra. La vida se resume en basura, la basura va transmutándose de acuerdo a tu edad y tus gustos. Recuerdo cuando llevé a la recicladora las hojas de mi licenciatura, mis sueños y esperanzas en desperdicio vistos.


Siempre confíe en el mito de La Ciudad Letrada. Creí en encontrarme después de estudiar. Víctima de mis idealizaciones, inocente criatura de ojos nublados y aquí estoy, 10 años después, sentado junto al vómito anónimo y encima de las pisadas de otros.

Sigo llorando, no puedo contenerme, una viejita se me acerca y me susurra: "así son todas, no las peles".


¿Cómo explicarle que este cuerpo es una cárcel, que este pene es una sentencia? ¿Cómo decirle que el nombre de la chica por la que lloro es Vida? ¿Cómo explicarle que el suicidio estuvo cerca, pero me ganaron el lugar?


Me levanto como puedo, con la pesadez de la existencia a mis espaldas. Otra vez Pantitlán, otra vez el vacío.

 
 

Juan C. C. Gurrola


No hay peor ciego que el que no quiere ver, o peor aún, no hay peor ciego que yo


Mi tío Cuco asonaba las estrellas en las líneas de la mano, ese era sus cosmos, su don. Oráculo de almas benevolentes, sediciosas, malhumoradas, ofrecía la palma y sus cinco dedos a quienes ya sabía, pues se anunciaban un piquito antes con el arrastre de sus pasos. A los rufianes les auguraba el mejor de los destinos (para emocionarlos un poco); a los buenos, deudas, calvicie, disfunción y ojos de pescado; a los trabajadores de limpia, verdades a medias. Por respuestas de agradecimiento obtuvo monedas, billetes, plumas de quetzal y un mazapán.


Por su porte agorero era fácilmente confundido con limosneros o locos, situación que le despertaba inseguridad de su poder. Siempre estuvo dispuesto en el mismo lugar y a las mismas horas, sin embargo, nunca dispuso su energía universal para vislumbrar su destino, tal vez, solo tal vez, si hubiera prestado su mano izquierda a la derecha o la derecha a la izquierda, se hubiera enterado de aquella foto que le robaría el alma y la dicha de Dios.



81 views

Related Posts

See All

Comments


bottom of page