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  • Writer's pictureJ. C. Colón Gurrola

Flatus Dei

«Mejor llamá llamá a tu psicoterapeuta, mejor llamá…», canta el Peyote Asesino, banda uruguaya de la década antediluviana, en un ejercicio muy personal y ocasional que conozco como «cuando las canciones te hablan 2.0». Mi cabeza patea bien, sus neuronas se vuelcan hacia fuera en dendritas quebradas que revelan cabello (medio chino, castaño azabache de razón); estas células dudan entre ser cortadas o alcanzar el techo para salir por la azotea, mientras abrazan semivacíos tanques de gas oxidados que esperan el seísmo del colofón para gritar airosos su independencia a la estéril grandeza humana como perentoria advertencia. Nunca fue siempre así, ni será siempre igual.


Veo mi 2020 desde la cueva de Altamira, bien abrigado por toros peludos, apacibles, ancestrales. Me siento el Ernesto que contempla en Los ríos profundos una iglesia vetustísima del Cusco, construcción de cristal pétreo que se revela entre la bruma patinada, propia de los años, la injusticia y la inexistencia de libertades que acompañan un colonialismo informado y a la moda. Escucho, no escucho. Me relamo los bigotes de gato, más doméstico que salvaje, y los granos de arena infinita que refieren el impaciente sufrimiento infernal. Olisqueo mi sudor, que es como cebolla fileteada y freída. Sudo porque ya no tengo miedo. Ajá, ajá.


Fotografía: Nicolás Aguilar (Ciudad de México, 2020).


En el pasado ejercitábamos la educación con mayéuticas para rebasar las ideas, quién reprobaba, éramos un cachito del cielo, querubines posesos cognoscentes… Fue el cederrón quien nos hizo tramposos y vanidosos, iba a ser el habitáculo que nos protegería de los malos agüeros y fuegos fatuos. No pasó. Como me dijo el bichicome Tabaré cuando iba a la carrera: «Adiós, gringuito, de angelito a gurí y en un pestañazo volvés compadrito».


¿Quieres saber qué pasará en unos días, en unos meses, en unos años? Me da horror referírtelo, me dan ñáñaras. Te lo voy a decir, pero no se lo digas a nadie, absolutamente a nadie. Está bien, te creo. No, no es nada malo, al contrario. Solo te diré algo jocosón para que dejes de plañir. ¿Listo? Se van a extinguir las cucarachas; no, nosotros no.

Mejor marco mañana.

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