Por: Alixx Core*
Refugio temporal
Hoy lo vi y me dijo: «Escribe sobre mí».
La verdad ya he escrito sobre él, por supuesto que lo sabe, porque hoy me confirmó que los hombres sí captan indirectas, solo que se hacen un poquito pendejos para estar al ciento por ciento seguros de que va para ellos.
Podría decir muchas cosas sobre él.
Es alguien que me contesta súper rápido los mensajes: en definitiva, si estuviera en una situación de vida o muerte, seguro sería el primero al que le hablaría.
Creo que físicamente lo que más me gusta de él es su sonrisa. Su dentadura, alineada a la perfección, y el blanco de sus dientes hacen aún más que quiera que sonría cada que lo veo.
Escribe, compone, canta, tatúa, diseña: es un estuche de monerías. Todo lo que hace, lo hace bien y con toda la dedicación posible para hacerlo su pasión.
Su voz... Creo que no hay voz más sensual que la de él: desde una llamada, una nota de voz o cuando está muy cerquita, susurrándome al oído.
Tiene un abdomen de 10 y sus oblicuos solo hacen que quiera que esté sin camisa siempre que lo voy a ver.
Hablamos absolutamente de todo, realmente podría considerarlo un muy buen amigo, aquel a quien le importa lo que le cuento y se acuerda de los pequeños detalles.
Me da consejos sobre la persona en turno que me gusta, y dirán: «Él te gusta, ¿por qué carajos hablarle de otras personas?».
Pues bien, tenemos muchas cosas en común, sí: hay atracción física, química y sexual, pero no tengo los ojos de color.
Nunca hemos hablado de ese tema porque creo que no hay nada de qué hablar, es sencillo: el sexo es lo que nos hace buscarnos cada vez más seguido.
No es que no me vea con él en una forma más romántica (créanme que lo he pensado), pero es que todo empezó al revés, y a veces buscar la forma de empezar de una manera diferente realmente no jala.
Debes de saber cuando alguien va a ser un refugio temporal o si será aquel que te construirá una morada permanente.
Hay que aprender a reconocer cuando alguien va a hacerte fuegos artificiales en el corazón o cuando te los hará solo sobre la cama.
Fotografía: Andrea Rabasa Jofre (Ciudad de México, 2020)
Instagram: @ndrrbsjfr
Sábanas blancas
Hoy, después de tres días, me bañé. Ya no tengo noción de cuánto tiempo he estado así, esperando a que el día de mañana todo sea diferente, todo sea mejor que la semana pasada.
Hoy también me lavé los dientes, me lavé la cara y noté que estaba marcada con ciertos puntos rojos del ansia que emana en las madrugadas.
Hoy lavé mi ropa, tenía una pila amontonada desde ya varias semanas. Puse más acondicionador en la primera carga, olía por toda la casa tan fuerte a coco y lavanda.
Hoy llamé a mamá, después de no contestar los 31 mensajes que me había mandado ayer.
Le dije:
«Todo está muy bien, perdón, ayer llegué cansada y ya no contesté».
Ella sabe que todavía no estoy bien, que ni siquiera me levanto de la cama, que he dejado de salir y de frecuentar a mucha gente que estimaba, pero mejor le miento y le muestro mi mejor sonrisa, mi mejor coartada.
Hoy también le escribí a esos pocos amigos que se han ido quedando en el camino, porque los he cambiado, porque ya no convivo, porque definitivamente los he dejado en el olvido.
Ahora mis mejores amigos se llaman ansiedad y depresión, y siento muy presente esa sensación: que se van a quedar otro rato, que se van a ir muy despacio.
Hoy también cambié mis sábanas blancas, que ya por varias noches habían sido teñidas de esa sangre opaca de las muñecas y la espalda.
Hoy nuevamente son sábanas blancas, comienza el día cero, de un pequeñito esfuerzo que espero que se haga duradero.
Sábanas blancas, sábanas lisas, solo son ustedes las que me acarician.
Fotografía: Alejandra Solano (Norrland, Suecia, 2015)
Instagram: @solandra_x
Razones para comer helado de 3 litros
Hoy he llorado amargamente, me duele el estómago de tantos suspiros.
No he comido desde hace tres días y mi cuerpo pide a gritos tan solo un poco de agua.
Tengo varios mensajes y unas cuantas llamadas, sé que están preocupados y se preguntan en todos lados: «¿Qué ha pasado con ella? No es la misma, parece una extraña».
Pasé varios meses sin salir de la cama; no es que ya no quiera vivir, pero ya no quiero vivir así.
Por las tardes me duermo, quiero despertar hasta el día siguiente, pero en plena madrugada empiezan las voces a hacerme la noche helada. Son los recuerdos de lo que pasó hace tiempo: era tan feliz en todo momento. Esos pensamientos de lo que viene a futuro: me da tanto miedo que se vea tan oscuro.
El psiquiatra me ha dicho que debo dejar de beber, pero a veces el tequila es lo único que me hace estar bien. Las pastillas del día las he echado por el escusado, me siento exactamente igual con o sin ellas en el organismo.
Compré un bote enorme de helado. La verdad no me gusta el de chocolate, pero esta vez solo quiero hundir la cuchara miles de veces, hasta que se acabe.
Las lágrimas se enjugan con varios pañuelos, me pongo a pensar que antes mis días eran mejores. De pronto comienza a asomarse esa punzada en la cabeza que odio en las madrugadas; o quizás es el ya no verte, quizás es que estoy estancada, a lo mejor necesito de un tiempo para asimilar lo que pasa; lo único de lo que no cabe duda es que tus palabras siguen taladrando en los mismos agujeros donde perforaron lo más bonito que te he dado y lo más sincero que ha pasado.
No sé si me tarde algunos días más o unas cuantas primaveras, pero te aseguro que, más que lastimarme, me has abierto los ojos: ya no confundo promesas con palabras que generan eco y no tienen fundamento.
Ver la transformación de una oruga a mariposa en 105 días se escucha agotador, pero nadie en este mundo se hace más fuerte sin que le partan a una el corazón.
Fotografía: Jessica Villamil (Ciudad de México, 2010)
Instagram: @macula_lutea
*Alixx Core. Licenciada en Relaciones Comerciales, por vocación, y escritora por pasión. Star Wars para el alma. Disfruta de la música y la danza; amante de los vinos platicados.
Medium: @alixxcore / Twitter: @alixx_core / Facebook: Alixx Core
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