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  • Writer's pictureJ. C. Colón Gurrola

Aviso Oportuno: Epa paripa

Tenía razón Víctor Hugo: la serpiente del paraíso es el intestino.

Me ha tentado la serpiente. Pequemos.

Micrós


¡Epa paripa!


Un placer en la vida es comer, no lo digo aventurando certezas, pero sí con la mente puesta en la sartén con aceite, bueno, no en esa cacerola extendida (específicamente), sino en las quesadillas friéndose. ¿Más doraditas? Así está bien, okei. Para ser más sincero y hedonista, mi cabeza y mis dientes están puestos en la crujiente masa sin queso o con queso, pollo c/queso o chicharrón c/queso (mi ideal)… ¿Qué es de los viernes y sábados sin el olor-sabor de esas quesadillas nocturnas? Un anhelo y un antojo que se convierten en mil y un granitos en la lengua.


Estas viandas a las que me refiero como entes imaginarios no pertenecen al mundo de las ideas, son las quesadillas de mi colonia, la Gertrudis Sánchez, unas de las garnachas más ricas que probé y las que ustedes pueden disfrutar. Tal vez, lector, ya te hicieron feliz, como a Miguelito.


Un conocido veracruzano amigo de don Mario, cofundador del negocio, siempre gritaba «¡Epa paripa!», como un saludo a su camarada. Por ello se le puso ese nombre que quizá no muchos reconozcan, porque son más distinguidas por los motes de «las quesadillas de la Sánchez», «las de la ochentaiocho» o «las quesadillas de la señora Irma», pues nunca hubo un rótulo que diera fe de ese nombre para el local.



7 pm


Se prepara la vendimia. Ahí vienen la parrilla, la mesa, la lona, banca, banquitos, sillas y mesas, también, las salseras y servilletas, fuego. ¿Y los refrescos? Con Pati. Las tostadas, los guisados y el pozole en su «estado de perfección que les corresponde» desde antes de abrir. Para esta hora seguro ya hay pedidos.


El negocio comenzó hace ya casi medio siglo, medida temporal mitológica para estos relojes que miden breves historias de Facebook e Instagram. Doña Raquel y don Mario fueron los fundadores. Primero estuvieron en el número donde ahora las ubica Google maps como Quesadillas Irma, sobre Norte 88-a, entre avenida Victoria y Oriente 115. Durante cierto tiempo se pusieron sobre la misma calle, pero a contra esquina de las Aguas de Chava, sin embargo, volvieron a su lugar de origen, a su casa. Dicen los que saben, que hubo domingos, casi borrados por las memorias, en que salían a ofrecer almuerzos: migas y enchiladas de mole para los crudos de quesadillas, tostadas y pozole. Hace treinta y tantos años llegó doña Irma para aprender de los dones culinarios de su mamá y perpetuar el negocio con amabilidad, empatía, sazón y más.


El destino sentenció: viernes y sábados por la noche.


¡Vénganos tu reino!



9 pm


Hay para elegir y para la gula, como buen comercio que se respete: queso, pollo, carne, chicharrón, panza, sesos, flor de calabaza, huitlacoche, hongos, papa, más los guisados de ocasión; además de tostadas de papa, pata, pollo, carne y pozole, ya saben, de surtida o maciza. Para hacer buches hay boings de todos los sabores y los clásicos sidral y coca. De postre, flan o chocolatitos y mazapanes traídos por un Ángel. Todos los guisos que protagonizan la variedad que ofrece la jefa son únicos y están preparados con la sazón de la experiencia y el gusto por servir; porque uno va a ese negocio no solo a satisfacer necesidades primarias, también va a disfrutar.


A estas horas ya hay gente esperando. Anótamelas en la lista. Cuántas son. Regrese como en media hora o si gusta esperar. Estos momentos son para mí de tensión, porque no falta el señor que empieza a desesperarse porque su tripa chilla y su estómago está en ceros. «¿Ya están las mías señora Irma?» Ya saben, para hacerse notar. Mientras, la señora Irma con la serenidad que la caracteriza no para de trabajar. Ya casi. En este comercio cada uno sabe el papel que le toca. Aunque en una de esas pase que los duendes te cambiaron una de panza por una de chicharrón.


Todos felices y contentos.



11 pm

El televisor acompaña el servicio, la plática entre el personal y los asistentes. Para este entonces es probable que hayan desaparecido algunos guisados del menú o se haya acabado la masa, se presenten concurrentes para controlar su sobredosis de alcohol o quienes quieran alimentar las ansias de sueños que nunca serán, tal vez aparezcan clientes cronopios que evitan multitudes. En la pantalla aparecen los últimos minutos del partido del Atlas o los últimos rounds del box.


Recuerdo que algunos sábados esperé hasta el final de los finales y mientras éste llegaba veía con la abuelita Raquel los números de Reventón musical para evocar la música de antaño y despedir el sábado.


12 pm


A los siete años empecé comiendo una o dos quesadillas, de queso o papa c/queso. Con el tiempo tuve la habilidad para zamparme una o dos más, creció la barriga y con su ayuda llegué a comer cuatro quesadillas, incluida la infaltable de queso, mi creciente apetito se saciaba no solo con el placer de comer, sino con la compañía y especialmente con la sensación de ser parte no de una quesadilla, pero sí de esa familia.


Todo se empieza a guardar para la siguiente semana. Los guisados que quedaron esperando la masa podrán servir de almuerzo o acompañar las reuniones familiares de los martes, el pozole casi siempre se termina.

¡Hasta mañana!


Horario: Viernes y Sábados de 7 pm hasta aproximadamente las 11 pm o 12 am.

Contras: Todo lo bueno se acaba, así que hay que llegar temprano.


P.S. En estos tiempos la señora Irma continúa al frente del local, Ángel hace las quesadillas y la niña de sus ojos, Izú, le ayuda a que no se le quemen, Irma y Josué siguen a la vanguardia en el pozole y las tostadas.


Ahora entiendo a aquel señor jarocho de ayer que sin querer nombró este negocio familiar. «¡Epa paripa!» es la expresión para nombrar esa alegría que da a las personas cuando se reencuentran con un ser querido o un sabor anhelado, es la frase para invocar un lugar en el que siempre se es feliz.





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