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  • Writer's pictureHumberto Lumbreras

Banquete

No recuerdo cómo llegué al Silent Alarm. ¿Vi el video de Banquet en In-D? Tal vez leí la reseña en Sonika. De lo que sí tengo certeza es que un día llegué con el disco a la banca reventando de emoción. Lo había adquirido en un local de Coapa (también me llevé el Donde los ponys pastan, de Porter) baratísimo. Se lo presté a Ricardo y luego a Calles, y pasó a formar parte del soundtrack que nos acompañaba todos los días.


Incontables fueron las veces que cantamos todas su letras en la banca del M, echados en los pastos, recargados en los edificios del CCH, saliendo de Química para comprar tacos de canasta o un tamal de rajas y atole de cajeta. Ya después, en la casa de Santocho, en el departamento de la Agrícola Oriental y en el mítico interior 25 de la calle Colón, número uno; lo interpretamos rodeados de envases de caguamas, botellas de destilados y volutas de humo que salían de nuestras bocas al fumar.


Es un disco completo y funciona perfecto como unidad, y eso es lo que lo hace notable; no es una o dos rolas, el LP en su totalidad se grabó en nuestras vidas. Después, ellos se separaron, pero nosotros nunca nos alejamos de su música.


Y quince años después, ahí estábamos, en el Hermanos Rodríguez, con menos cabello, más robustos, cansados y me atrevo a decir que mejor vestidos, pero con el ánimo intacto para gozar ese momento que esperábamos desde mediados de año, cuando se anunció el cartel; listos para recibir toda la energía de una banda a la que seguimos desde hace más de una década y a la que jamás habíamos visto en vivo y, por si esto fuera poco, tocando en su totalidad la Alarma Silenciosa.



***


Las luces del escenario se apagaron y de pronto ahí se encontraba Bloc Party, transmitiendo desde los primeros acordes esa energía que solo sale de los enormes amplificadores y se distribuye por el coro de feligreses.


Ese día no estaba la alineación original (Matt y Gordon habían dicho adiós hacía buen rato); sin embargo, Kele, Russel, Louise y Justin lograron conectar con esa extraña y escondida parte de nuestras emociones.


Y de eso se trata, de conectar: si no conectamos con nada estamos solos, estar solo es estar muerto. Por eso, la música nos hace sentir tremendamente vivos y en los conciertos conectamos no solo con la música, también con la gente; se crea una vibra desconocida que es abismalmente más grande que uno... Como la vida misma.


Al terminar, Ricardo, Calles y yo nos abrazamos (he de confesar que yo lloraba), felicitándonos por haber compartido ese momento. Seguro nos hubiéramos quedado así un rato, pero el tiempo apremiaba: unos iban a ver a la señorita Eilish y los demás a Keane, cuyas primeras rolas ya se alcanzaban a escuchar.


Quedamos de mensajearnos para el acto final de ese día, la quintaesencia de nuestra educación sentimental. Pero ese lo cuento después, ¿va?


Al final de esa noche, mientras iba en el taxi algo borracho, con pastor entre los dientes y muy, muy cansado, de regreso a casa, de regreso a mi vida, me preguntaba cuánto de ese día se quedaría dentro de mí.


Hasta ahora, TODO.


Alicia Fernández, Mictlanita (Ciudad de México, 2017).

Instagram: @mictlanita

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