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  • Writer's picturePrudencio Maritornes

Lily la trailera


Un correo de nuestro colaborador atemporal cayó en la bandeja de entrada como respuesta a docenas de mails que inquirían sobre su salud, ubicación y vaticinios esperanzadores de nuestro tiempo. Nada se resolvió de nuestras interrogantes. Después de aludir a lances, caballerías, enredos y picardías en baja resolución —prometió detalles en próximas entregas— nos refirió el génesis de una canción. Para abordar el siguiente texto, hemos de retomar su trabajo presentado, meses ha, bajo el título Cuarteta en movimiento. El día de hoy:

Pappo en NY


No memoricé si nuestro primer desencuentro fue en Londres, Nueva York o Buenos Aires; poco importa cómo me encontré con el Carpo. Ya un intelectual me gritaba en una noche perdida que a los argentinos les gusta viajar para conocerse, «es difícil ser argentino entre argentinos».


Pappo conoció a B. B. King en el ¿80? Su carta de presentación fue una horma de queso que le llevó al primer recital del misisipiano en el estadio de Obras, detalle que le hizo acreedor, para el rey del blues, del sobrenombre The Cheeseman y marcó el comienzo de una mutua admiración.


En agosto de 1993, Napolitano fue invitado por King al Madison Square Garden. Ese fue el momento cúspide de la amistad de cuerdas, noche en la que compartieron sonrisas, rituales y talento, una de varias. Ahora que vuelvo al video que eternizó esa fecha, sé que nunca vi sonreír tanto a Pappo en un escenario.


Aquello me lo narró Aníbal con detalles en un asadito entre los permisibles y deslenguados alcoholes del atardecer. Fuimos calamocanos íntegros hasta que pregunté por las heroínas de sus canciones: Susy Cadillac, Betty Silicona, La dama del lago, Geisha, Lily Malone… «Todas son ensoñaciones, fantasías; todas, menos Lily», confesó. Lo siguiente les interesará: «Che, ¿has oído hablar de Lola la camionera?». Y yo, viajando en el tiempo: «Dirás “la trailera”, ¿no?». «¡Ella! ¿Viste la cinta, la conocés?».



Lily Malone maneja un camión,

hay ruido de motores en su corazón.

Sale del bar, se pone a andar

y encara la autopista hacia ningún lugar.


Turbo-alimentada rueda camino al sol,

como desesperada, buscando una emoción.

Lily Malone, Lily Malone,

Lily Malone maneja un camión.


Lleva su portaligas en la guantera

en caso de romance en la carretera.

Es desenfrenada, pero suave cual seda

y monta su caballo de veinticuatro ruedas.


Lola la trailera, la película del año (1983). Fotografía de un día de première.



En su viaje a Estados Unidos del 93, fungió como barbitúrico, para enclaustrar nervios, la televisión hispanoparlante de norteamérica, donde tropezó a su favor con la versión sin comerciales de aquella película mexicana de 1983, Lola la trailera, donde son revelación y fuego las actuaciones de Rosa Gloria Chagoyán, Irma Serrano, Vitola y el Borolas (emulando escenas de largometrajes protagonizados por Chuck Norris y Charles Bronson); en la que carreteras, tráileres, injusticias, desierto, un congal sobre ruedas con Los Joao, y narcotráfico constituyen el combustible de la historia. Lola (Rosa Gloria) fue para Pappo una revelación, la evolución de Susy Cadillac, la que lleva el volante en adversidades y proezas. Se enamoró de ella. Maquinó un futuro imposible viendo las secuelas de la película, en vano.


Como resultado de esa relación artificial, el Carpo le dedicó a su inasible pasión cinco minutos en el último disco que hizo Riff, el cuarto tema del disco Que sea rock. Hizo un cambio de vocales en el nombre de la protagonista para que fuera indescifrable el motivo de la letra; asimismo, el epíteto de Lola fue mudado por el apellido del maestro musical que le dijo, cuando pibe, que no servía para nada.


Así nació Lily Malone.



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