top of page
  • Fernando Lucio Escalera

Viento

Un dolor en el pecho lo despierta de golpe. Una punzada fría, como si un enorme pedazo de hielo hubiera nacido espontáneamente en el lado izquierdo de su cuerpo, a la altura del pectoral, congelando carne y músculo. Cuando se incorpora la sensación se ha ido, sin embargo, una opresión casi agónica invade su mente, mientras se sienta a la orilla de la cama.


—Tengo que ir al doctor.


La alarma en su celular comienza a sonar, la apaga e intenta recostarse. Pondera reportarse enfermo en el trabajo, pero tiene el presentimiento de que si regresa a la cama, volverá la estocada.


Decide levantarse. En el baño, orina un pequeño e intermitente chorro amarillo-ocre. Luego se dirige, sin ganas, hasta su pequeño escritorio y se sienta frente a la pequeña computadora. Lunes otra vez. Ocho cincuenta de la mañana. Bebe agua del vaso que todas las noches deja listo junto a su cuaderno de notas. Tengo que ir al doctor, se repite.


El día es frío y afuera está nublado, según intuye por la poca luz que se cuela a través de la ventana que da a un muro alto de la casa vecina, donde no vive nadie. Cuando entra al correo electrónico de la oficina, se percata de que hay tres e-mails sin leer; uno es del viernes.


—Puta madre, no lo vi.


Nueve en punto. Clic en el calendario: Junta con analistas. La reunión para comenzar el día había comenzado hace media hora. El mensaje que no vio era el aviso. Se limpia la cara, se quita las lagañas y se prepara para ser el idiota que llega tarde al trabajo, incluso en tiempos de home office.


Clic en la reunión: Esperando a que el anfitrión le permita el acceso… La ansiedad se apodera poco a poco de él. Su pecho por momentos parece tocar la columna, debido a la presión que siente. Las manos le hormiguean. Esperando a que el anfitrión le permita el acceso…


En dos semanas se va de vacaciones a la playa, o al menos eso le mencionó a su jefe. La realidad es que sólo quiere dormir. Su calendario de pared tiene esos días marcados en azul marino, con caritas felices en cada uno; los que van pasando los tacha con una gran equis negra. Sobre una de las caritas felices anota: “Ir al doctor”.


Esperando a que el anfitrión le permita el acceso… Ya no lo van a dejar entrar.


—Bonito pinche lunes de mierda.


Una ráfaga de viento hace cimbrar los vidrios. La puerta de la azotea revienta contra la pared. Los vidrios rotos hacen eco, al parecer, por toda la cuadra. Se va la luz.


—¡Putísima madre!


Se levanta ansioso, agitado, furibundo. Manda un mensaje por su celular avisando del percance y pide disculpas por no haber llegado a la junta a tiempo. Deja su móvil en el escritorio. Se calza unos tenis y, mientras camina hacia las escaleras, va poniéndose un cárdigan grueso para protegerse del frío.


Al llegar arriba el hielo en el pecho irrumpe como lo hizo una hora antes, pero ahora se extiende por todo el brazo izquierdo. El viento es vehemente y grandes gotas comienzan a caer una tras otra. Sus manos parecen témpanos inmóviles, cundidos de hormigas. Sin querer se deja caer poco a poco sobre los vidrios rotos que cortan sus manos, no obstante, no siente las heridas ni la sangre que ya emana.


Trata de tranquilizarse, porque el hielo parece también querer congelar su garganta.


—En mis vacaciones tengo que ir al doctor.


Y sus ojos abiertos se llenan de lluvia.



Fotografía: Humberto Calles (Ciudad de México, 2019)



 

Fernando Lucio Escalera, habitual invitado de El Variopinto Blog, ha colaborado en NYLON Español, Vile Music Records, Thoracin/Rubens, MEOW magazine, Quién y Harper’s Bazaar México. Su línea de trabajo se centra en la música, vida y estilo, cine y cultura. En 2011 cofundó la revista Sinergia Magazine y en 2015 tradujo la novela Cows, de Matthew Stokoe.


A finales de 2018, cofundó Arte7éptimo, un proyecto de Facebook, Instagram y Twitter, donde se reseñan películas. Twitter: @nando_lucio / IG: nando_lucio / Facebook: @arte.7eptimo

Related Posts

See All

Comments


bottom of page